viernes, 30 de enero de 2015

La era de las mascotas

Como fiel defensora de los derechos de todos y cada uno de los animales existentes, incluyendo a los humanos, me he planteado en varias ocasiones si es ético "obligar" a algunos animales a convivir día a día con nosotros vamos, lo que muchos vienen a traducir como "mascotas".

Nunca me ha gustado el término "mascota" porque puede ser confundido con "juguete", pienso que es diferente si tornamos el vocabulario y hablamos de compañeros no humanos.

Muchas personas que conviven con compañeros de otras especies se piensan dueños y gobernantes de la vida de estos y de sus sentimientos.
Realmente no entraré al debate de si está bien o no hacer de otras especies nuestros compañeros de vida, obviamente, opino que estarían mejor en libertad pero lo cierto es, que en muchas ocasiones el destino que les depararía de no ser acogidos por buenas familias sería terrible.
Ahora bien, lo que no concibo es el acto de comprar vidas, creo que las vidas no se pueden pagar con dinero, eso atenta contra la dignidad de todo ser.

Difundo la educación en contacto con la naturaleza y, ciertamente, no se si el tema "mascotas" promueve la educación ambiental o estrecha la mentalidad antropocéntrica del humano.

Siempre quise tener un compañero perruno, gatuno o cualquier "uno" al que pudiese cuidar y mimar. Desde pequeñita veía como mis compañeros de clase paseaban a "sus perros", acariciaban a "sus gatos" e incluso daban de comer a esos pequeños pollitos amarillos y diminutos que regalaban con frecuencia al comprar huevos en varias tiendas del barrio.
Mi madre siempre se negó a comprarme un animal, yo no lo entedía, era la mayor ilusión que tenía y me la censuraban. No veía lo que ocurría tras la vitrina de los establecimientos de ventas de vidas animales. Recogía a todo ser viviente que encontraba herido o hambriento por las calles y mi familia siempre se encargaba de encontrarles un buen hogar.

Hasta hace no mucho tiempo, no lograba comprender el por qué de esa forma de actuar y hoy en día reflexiono al respecto, miro hacia atrás y me doy cuenta de que quien realmente ama a los animales siente un respeto tan enorme por la vida que no es capaz de eludir lo que su compra-venta conlleva.

Creo que los compañeros peludos (o calvitos) llegan a nuestra vida en el momento adecuado, sin forzar la situación y es que, estoy convencida de que no somos nosotros los que les elegimos, si no ellos a nosotros.

Si me preguntasen si un niño debe tener un animal a su cargo no se que respondería, por una parte, le ayudaría en su etapa evolutiva y a desarrollar su sensibilidad pero por otro creo que ese ser sintiente debería ser considerado como tal y no como una pertenencia a fin de que el niño de hoy no sea un adulto especista en el día de mañana.

Es un asunto complicado, los animales nacimos para ser libres y pensando de modo realista nadie debería privar a ningún ser de su libertad pero, claro, cuando ves un perro por la calle abandonado, mojado y aullando no puedes girar la cabeza y omitir lo que ocurre.
No concibo la idea de meter a un pájaro en una jaula pero en cambio la "jaula" de mis compañeros peludos es mi casa y a veces me entristece hacer la comparación y ver que realmente no hay diferencias entre una jaula y las paredes de una casa. Sinceramente, creo que en el momento en el que el humano se proclamó dueño de todas las demás especies estas perdieron en parte su naturaleza. No creo que haya un punto de retorno pero ya que nos consideramos "amos" deberíamos promover el respeto y la admiración por los animales que hemos avocado a ser nuestros esclavos a lo largo de la historia. Su bienestar debe ser asegurado, toda relación se basa en un intercambio mutuo por lo que creo que la relación hombre o mujer y "mascota" debe ser algo recíproco en el que ambas especies reciban cosas a cambio.

El humano domesticó a otros seres para beneficiarse en primer lugar de los productos que este le ofrecía y finalmente para disfrutar de su compañía, desconozco si los animales son felices siendo las "mascotas" de otros, no lo se, la verdad es, que "mis" gatos no parecen querer marcharse a la calle a pasar frío o calor pero obviamente un cerdo enjaulado que solo verá la luz solar el día de su muerte es separado de su esencia de ser sintiente y despojado del respeto que se le debería conceder pero esto es otro tema del cual hablaremos en otros artículos.

Supongo que con la evolución de nuestra especie, obligamos a otras a cambiar y adaptarse a nuestros gustos, de tal manera que llegaron a convertirse en seres inseparables y dependientes 
del humano.

Soraya R. Oronoz

No hay comentarios:

Publicar un comentario